La música heavy metal en su corta pero nutrida historia ha asumido diferentes vertientes que van de la mera satisfacción de los sentidos a su uso con tintes políticos, pero nunca se hubiera pensado su utilización para torturar seres humanos. A través de una pequeña investigación donde se comprobó que la música heavy fue implementada por el gobierno de los Estados Unidos como mecanismo de tortura silencioso en sus cárceles de Guantánamo e Irak, en el contexto de la llamada guerra contra el terror, se arribó a tres conclusiones que abrieron el espectro para los estudios sociales sobre el género como objeto de análisis: primero, que ante la historia, el heavy metal quedará como una herramienta más para la aplicación de tamaño acto barbárico; segundo, su utilización excedía la saturación sonora, ya que el doble efecto deseado estaba determinado no sólo en obtener un testimonio, sino destruir la subjetividad de los individuos afectados, con fines de imponer violentamente occidentalismo desde el plano cultural; y por último, la esperanzadora conclusión que el heavy metal argentino es antagónico a lo evidenciado en la escena internacional.
Ariel Panzini, autor del informe, es abogado y se ha especializado en derecho penal (UBA). Además, es especialista en derecho internacional humanitario y conflictos armados (INDAE); Analista en Defensa Nacional (UNDEF) y estudiante de la carrera de Historia (UBA).
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