Tecnológica y técnicamente, a principios de los ’80 las comunicaciones eran precarias y muy limitadas ya que en mediana y larga distancia era decididamente mala la transmisión que se basaba en el uso de satélites y cable coaxial. Los eventos en vivo, los partidos de fútbol, las carreras, los actos políticos, etc sufrían cortes e interrupciones de manera constante haciendo que se dificulte el seguimiento.
Los ejércitos, como los Estados que los contemplan, poseen equipos y sistemas de comunicaciones con la alta tecnología del momento. En épocas de guerra, todo es válido para lograr la victoria. La comunicación es un factor clave a la hora de establecer estrategias. Malvinas no fue la excepción.

Tanto el Servicio de Inteligencia del Ejército Argentino como el Ministerio de Defensa del Reino Unido hicieron uso de un servicio de comunicación radial para desalentar al enemigo.
El Ejército Argentino creó Radio Liberty que transmitía en idioma inglés y tenía principalmente como objetivo «desalentar» las tropas británicas en las islas. También podía ser sintonizada en el Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda.

El encargado de la transmisión era el Servicio de Inteligencia del Ejército Argentino. Entre sus locutores estaban Silvia Fernández Barrio y Enrique Alejandro Mancini, quienes formaban parte de un total de 14 personas. Transmitía noticias y música irlandesa, galesa, inglesa y hasta de The Beatles. Trataba de recordar a los soldados británicos cuan lejos estaban de su tierra y de su gente. Se grababa de mañana un rollo de 45 minutos en el piso 14 de lo que es el edificio de Radio Ciudad de Buenos Aires y se difundía por distintas frecuencias a las que a veces se sumaban la ondas cortas de la Radiodifusión Argentina al Exterior. Siempre se cambiaba de frecuencia, en distinta banda de onda corta, para evitar la interferencia de la inteligencia británica. Los locutores hablaban en inglés británico y su identificación era la siguiente (traducido al español):
“Hola, soy Libertad. He decidido mostrarme desde un lugar que está muy lejos de ustedes y muy cerca de nosotros. Soy Malvinas y las Islas Georgias del Sur. Soy una voz, un espíritu, una nación, soy quien hoy puede decir, orgullosamente, que cuando Argentina habla el mundo escucha”.
Tenía un único programa diario, de 50 minutos de duración que se repetía a lo largo de cada jornada. El antecedente de esta clase de emisoras data de la Segunda Guerra Mundial cuando casi todas las potencias apelaron a la instalación de las clandestinas “radios negras”.
En este tono y con algunos de estos argumentos Miss Liberty se dirigía a las tropas que venían del norte y se acercaban al sur.
“Ya nos conocemos. Yo soy Libertad, vos sos Tommy, sos hincha del Tottenham Hotspur. En este momento estás navegando en alta mar, así que he decidido hacerte compañía. ¿Te acordás de tu ciudad natal? (se escuchan campanadas del tradicional reloj Big Ben).¿Hace mucho que no lo escuchás? Estás muy lejos de las cosas que amás, familia, amigos, pero no quiero que estés tan solo y te voy a acompañar en este tramo”.
Según revela la investigación de Diego Rodríguez realizada para la maestría en periodismo documental de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, la “guerra de ondas” tenía varios propósitos:
- Llegar a los combatientes británicos con el fin de generarles nostalgias y quebrantos mediante una clase de mensajes que despertaran fuertes emociones y consecuentes rápidos resultados.
- Generar en los enemigos, y a través de la interpretación de noticias con agregados irónicos, el propósito disuasorio de participar en la acción bélica.
- Provocar también sentimientos desmoralizantes, pero cuidando el límite de no herir sus susceptibilidades.
Liberty no tenía informativos, pero sí hacía interpretaciones condicionadas de las noticias, con bloques hablados en tono coloquial que no superaban los cinco minutos de duración. Uno de esos recursos, con los que se intentaba amedrentar a los combatientes del Reino Unidos, fue la utilización de una voz femenina, identificada como Miss Liberty. Según advirtió y publicó en su momento la agencia española EFE, Miss Liberty se dirigía a los ingleses con un “deliberado tono erótico”.

Diego Rodríguez buscó conectarse con quienes habían participado en Radio Liberty, con suerte diversa.
Enrique Alejandro Mancini fue el primer personal civil al que las autoridades militares contactaron para que, como profesional y conocedor del medio, se ocupara de reclutar el personal necesario para la puesta en el aire de Liberty. Durante la temporada 1982 tenía a su cargo ciclos en Radio El Mundo y en ATC. Mancini, que había realizado un curso de “corresponsal de guerra” aceptó la tarea para la que lo eligió la autoridad militar, primero como musicalizador y posteriormente como director artístico. Rodríguez no pudo ubicar archivos sonoros en los que apareciera Mancini en el mismo momento de la guerra, salvo los de una entrevista que Omar Somma le hizo por Radio Provincia hablando de su participación en Liberty. El locutor y conductor de radio y televisión fallecido en 2008 dice en esa entrevista: “El que habíamos elegido no era un mensaje enardecido. Era acción psicológica, que buscaba una acción depredatoria de los sentimientos que pudiera tener el enemigo”.
Otro de los entrevistados es Enrique Fentanes, funcionario de carrera en el área de Comunicaciones en donde prestaba servicios desde 1944. Cuenta que en los días previos al 2 de abril de 1982 recibió la instrucción de que “desde mañana su personal debe hacerse cargo de la radio de Malvinas”. Por aquellos días era director de Radio Nacional y en los meses venideros tuvo un rol importante en la puesta en marcha de LRA 60 Nacional Malvinas, facilitó a Liberty equipamiento de onda corta y volvió fluido el vínculo entre las radios integrantes de la cadena nacional. Como encargado de la línea editorial de Liberty estaba el coronel Alberto Benard, perteneciente al área de inteligencia del Ejército.
En la entrevista Silvia Fernández Barrios se manifiesta como la más locuaz de los que prestan testimonio y cuenta que le da pena haber tirado los libretos que leyó durante la confrontación. “Los ingleses, todos soldaditos jóvenes, no tenían ni pálida idea de lo que era o significaba Malvinas. Pero más allá de mi tono amigable, mezcla de emoción y sentimiento, yo era quien era, alguien que detesta las guerras y que no quería que los ingleses vinieran. Si está bien o mal no se discute: son las reglas de la guerra, en donde no hay libertad de expresión, en donde no existe la libertad de prensa. Más allá de que a mí no me guste, está bien que así sea. Cuando tu país está en guerra no podés ser neutral. No me siento mal por haberlo hecho. Tampoco me siento una heroína. Fue parte de ese momento”, concluye.
La investigación es un estudio serio acerca de los efectos posibles de la “acción psicológica” desarrollada en y por Estados autoritarios y violentos, como era el argentino desde el golpe cívico-militar de 1976. También hace clara referencia a la conducta de los servicios de inteligencia, de las Fuerzas Armadas y de los medios de comunicación (estatales y privados) en aquél momento.
Es posible que, comparado con otros episodios de una contienda con tantas pérdidas humanas, materiales, morales, y simbólicas, la historia de Radio Liberty pueda considerarse menor. Pero alcanza una dimensión sutil y reparadora si se la piensa como uno de los modos defensivos, aún precario e improvisado, que pudo desplegar nuestro país como parte de su inicial ataque y posterior defensa en tiempos en los que nadie soñaba con internet o redes sociales.
En las islas funcionaba LRA60 Radio Nacional Islas Malvinas en forma paralela pero dependiendo del servicio de radiodifusión, no del Ejército.
Inició sus transmisiones el 7 de junio de 1982, poco después del inicio de la guerra, con la idea de crear una radiodifusora similar a la La Rosa de Tokio para las tropas británicas en las islas. Las emisiones se prolongaron hasta 48 horas después de la caída de Puerto Argentino/Stanley, el 16 de junio. Ese día, se hizo una despedida bilingüe en inglés y en castellano diciendo: «Se perdió una batalla, pero no el propósito de recuperar las islas, porque las Malvinas han sido, son y serán argentinas». Luego de eso silencio radial.
Por su parte, Ministerio de Defensa del Reino Unido tuvo dificultades para poner al aire rápidamente una radio con dedicación exclusiva a la guerra. Debido a la negativa de la BBC —que no quería dejar de lado su impacialidad y su reputación mundial— el gobierno de Margaret Thatcher crea la «Radio Atlántico del Sur». A pesar de la protesta de la corporación, el ministerio de Defensa británico tomó el control de un transmisor de onda corta del Servicio Mundial en Ascensión. Debido a esto, los oyentes fueron informados de inmediato. En declaraciones el escritor argentino Osvaldo Soriano decía que «La BBC reaccionó ante esto avisando a la gente que escuchaba en Argentina sobre todo, que a partir del día siguiente (…) en lugar de escuchar información iban a escuchar propaganda inglesa».
En un informe difundido al final de la guerra, aparecía cómo iba a ser el funcionamiento de la radio y las estrategias que debía tener, entre ellas «disminuir la lealtad de los argentinos a su bandera, intentar convencerlos de que su gobierno no tiene derecho a reclamar soberanía sobre las islas y generar disenso entre oficiales y rangos inferiores», entre otros.
El 20 de mayo y por la frecuencia de 9.710 kHz salió al aire una variada programación en español producida en Londres, que incluía desde espacios informativos (incluyendo noticias de las ciudades de origen de los soldados), resultados de partidos de fútbol, mensajes presuntamente escritos por madres de soldados argentinos para sus hijos, música popular «del agrado de los argentinos» e incluso una «pausa sentimental». El equipo de locutores estaba integrado tanto por británicos como por latinoamericanos, que carecían de una adecuada capacitación para transmisiones en vivo y que debían ser fluidos en el habla argentino. Transmitió entre las 5:30 y las 7:30 y las 20 y las 23 (UTC+3).
Esta radio fue la utilizada por el gobernador en las islas, Mario Benjamín Menéndez, para los primeros contactos con los británicos previos a la rendición. Tras el final de la guerra la radio dejó de emitir.
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