La Ruta Provincial 43 nace en Fitz Roy, un pequeño poblado del norte santacruceño, al costado de la Ruta Nacional 3. Allí el viento no es un elemento más: es un idioma.
El paisaje está hecho de polvo, tanques de combustible y horizontes bajos, y sin embargo, el aire vibra con música. En el dial aparece FM Fitz Roy 97.1, una emisora vecinal que acompaña la vida de los trabajadores petroleros, los camioneros y los maestros rurales.
Antes de poner primera, la radio entrega su saludo matinal: “Buen día a los que van por la 43, precaución con el viento y los guanacos”.
Así comienza el viaje.
Con la radio encendida, el sonido del viento y una línea de asfalto que se pierde hacia el oeste.
A los pocos kilómetros, el paisaje cambia. Los pozos petroleros comienzan a dibujar un horizonte industrial. Las Heras aparece con su ritmo propio, duro y vital, con talleres, obradores y almacenes abiertos a cualquier hora.
El dial ofrece más de una compañía:
- FM Eclipse 93.9, con información del campo petrolero, rock nacional y avisos comunitarios.
- FM Encuentro 101.5, de tono más joven y combativo, con voces locales que discuten política y arte.
La radio, aquí, tiene cuerpo de pueblo. Se escucha en los bares, en los talleres, en las camionetas que parten al yacimiento. Es la respiración cotidiana de una ciudad que vive entre la tierra y el viento.
De Las Heras hacia el sur, la RP43 se lanza a la estepa abierta, un mar seco de matas y polvo donde cada sonido parece un milagro.

La ruta avanza entre mesetas interminables, con curvas lentas y cielos que parecen no terminar nunca.
En el camino, la señal se debilita, y entre la estática se cuelan ecos de LU12 AM 680 Radio Río Gallegos, como si alguien hablara desde el fin del mundo.
A medida que se acerca Perito Moreno, el aire se vuelve más frío, más nítido. Y de pronto, en el dial, entra con claridad FM Municipal 88.7, la voz del pueblo.
Noticias, saludos, cumpleaños, rock patagónico y avisos de transporte rural. Cada palabra se siente cercana, incluso si estás a kilómetros de cualquier casa.
En esta región, escuchar una radio local es una forma de orientación emocional: sabés que no estás solo, que alguien más comparte el viento contigo.
A pocos kilómetros de Perito Moreno, la RP43 se acerca al Cañadón del Río Pinturas. El paisaje se abre en una grieta monumental, donde la tierra muestra su memoria.
Allí, un desvío conduce a la legendaria Cueva de las Manos, donde los antiguos habitantes dejaron sus marcas hace miles de años.
En esa zona, si el clima lo permite, se capta una señal frágil pero conmovedora: FM Río Pinturas 90.5, un proyecto educativo de docentes y jóvenes rurales.
Su programación es mínima, pero auténtica: mensajes entre familias, relatos de campo, poesía sureña.
En medio del silencio geológico, escuchar esas voces es como oír a los antiguos hablar a través del aire.
De regreso en la RP43, el camino se inclina hacia el oeste. El paisaje cambia: la aridez comienza a ceder, y poco a poco aparecen los álamos, los lagos y las montañas.
El viento deja paso al murmullo del agua.
El aire huele a cereza y a río.
La radio también cambia: suenan las emisoras de Los Antiguos, ese oasis verde a orillas del Lago Buenos Aires.
En el dial se multiplican las opciones:
- FM Activa 88.5, con una mezcla de folclore, noticias y rock local.
- FM Municipal 89.9, que transmite en red con Perito Moreno, con programas culturales y educativos.
- FM del Lago 100.1, con música nacional y mensajes de frontera.
En Los Antiguos, la radio no se escucha: se comparte.
Está en las casas, en los autos, en las chacras.
Es la voz que une a los vecinos con Chile Chico, del otro lado del lago.
Apenas dos kilómetros más al sur, la RP43 llega a su final: el Paso Internacional Río Jeinemeni, que conecta Argentina con Chile a través de un puente sobre un río de aguas turquesas.
El viento ya no ruge: murmura.
Del otro lado, en Chile Chico, se mezclan los diales argentinos con las radios chilenas. La frontera se vuelve invisible, un aire compartido donde la música y las noticias viajan sin pasaporte.
En el estéreo todavía suena una emisora de Los Antiguos.
El locutor cierra la tarde con un mensaje que parece escrito para este instante:
“Que nunca te falte la radio en el camino, porque donde hay señal, hay vida.”
Desde Fitz Roy hasta el Paso Río Jeinemeni, más de 370 kilómetros de viento, polvo y belleza.
Una línea de asfalto que atraviesa la historia del trabajo, la soledad de la estepa y la esperanza de los pueblos del norte santacruceño.
La Ruta Provincial 43 no sólo conecta lugares: teje frecuencias, memorias y voces.
A lo largo del viaje, las radios locales son hogares portátiles.
Son la prueba viva de que la Patagonia, por más silenciosa que parezca, siempre tiene algo que decir.
La RP43 es mucho más que un camino: es una cinta de sonido que une pueblos dispersos por el viento.
La radio la recorre entera, invisible pero constante, como una corriente de vida que acompaña al viajero hasta el borde mismo de la cordillera.
Porque en la Patagonia, incluso cuando el silencio parece total, siempre hay una voz esperando en el aire.
Próximo viaje: ruta Nacional 188

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