La música española está de luto. Roberto “Robe” Iniesta, voz, guitarra y alma de Extremoduro, ha fallecido a los 63 años dejando un vacío imposible de llenar. Su muerte, confirmada este miércoles 10 de diciembre de 2025, ha conmocionado al mundo de la cultura, la música y a generaciones enteras que encontraron en sus letras un espejo de sus propias emociones.
Un legado de poesía, rebeldía y verdad
Robe no fue solo un músico; fue un narrador visceral de la vida. Desde que, a finales de los años ’80, fundara Extremoduro en Plasencia, se convirtió en uno de los principales referentes del rock transgresivo en español, un estilo crudo, poético y directo que hablaba de amor, dolor, contradicción y libertad sin concesiones.
Con discos emblemáticos como “Agila” (1996) o “La ley innata” (2008), y canciones que se convirtieron en himnos generacionales —La vereda de la puerta de atrás, So Payaso, Jesucristo García—, Robe construyó una discografía que trascendió modas y etiquetas.
Tras la disolución de la banda, siguió su camino en solitario con proyectos como “Mayéutica” (2021) y “Se nos lleva el aire” (2023), obras que profundizan en su lírica reflexiva y su conexión con la realidad y la emoción humanas.
La despedida y las reacciones
La noticia de su muerte —que sorprendió incluso a quienes sabían que llevaba tiempo lidiando con problemas de salud tras una dolencia que le obligó a cancelar conciertos— ha generado una oleada de homenajes y reconocimiento.
Figuras de la música española, desde Andrés Calamaro hasta Bunbury y Kase.O, han destacado no solo su influencia artística, sino su capacidad para conectar con las emociones más profundas de sus oyentes.
En espacios culturales y deportivos también se le recordó, como en el estadio de Balaídos, donde sonaron temas de Extremoduro durante un homenaje improvisado de la grada.
Un impacto más allá de la música
El legado de Robe no se limita a sus canciones. Su obra ha sido objeto de análisis desde múltiples perspectivas, incluyendo la emocional y psicoterapéutica: especialistas señalan cómo sus letras han funcionado como refugio y espejo para quienes navegan por la tristeza, el duelo y la contradicción humana.
Fans de distintas generaciones comparten recuerdos personales, historias de vida vinculadas a la música de Robe e incluso anécdotas que muestran cómo su voz acompañó momentos íntimos y colectivos.
El poeta del rock sigue entre nosotros
Más allá de cifras o cifras de ventas, el impacto de Robe se mide en resonancias: canciones que se cantan a voz en cuello, versos que acompañan duelos y esperanzas, y una autenticidad pocas veces igualada. Su música seguirá siendo ese refugio para quienes buscan verdad sin filtros, belleza en la crudeza y sentido en lo aparentemente imposible.
Hasta siempre, Robe. Gracias por ensanchar el alma.

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