El actor José Manuel Andrada Márquez, conocido como José Andrada, falleció el 1º de octubre a los 87 años. La noticia fue confirmada por la Asociación Argentina de Actores, que lo recordó como un artista de enorme trayectoria en teatro, cine y televisión.
Un inicio en el teatro
Nacido en Buenos Aires el 20 de julio de 1938, Andrada comenzó en el teatro independiente en los años 70. Desde allí se abrió paso hacia la pantalla grande y la televisión, construyendo una carrera sólida y respetada.
El actor del “piquito”
Aunque participó en una gran cantidad de producciones, muchos lo recuerdan por su paso por Los Simuladores, donde interpretó a Pedro Velasco en el capítulo “Viejo Simulador”. En esa escena, inmortalizó la frase:
“¿No hay un piquito para mí?”
Un momento breve, pero inolvidable, que se convirtió en parte de la memoria colectiva y en un ícono televisivo.
Trayectoria en pantalla
- Teatro: participó en obras como La batalla de José Luna y Lejos de aquí.
- Televisión: formó parte de ficciones emblemáticas como Ricos y famosos, Campeones de la vida, Padre Coraje, Son amores, Soy gitano, Primicias, 22, el loco y Sos mi vida.
- Cine: actuó en películas como La noche de los lápices, Esperando la carroza, Los chicos de la guerra, Pobre mariposa, Después de la tormenta, La ciudad oculta y Flores robadas en los jardines de Quilmes, entre muchas otras.
Reconocimiento y despedida
En 2010 fue distinguido con el Premio Podestá a la Trayectoria Honorable, otorgado por la Asociación Argentina de Actores y el Senado de la Nación.
El gremio lo despidió con un comunicado:
“Desarrolló una extensa carrera en cine, teatro y televisión. En 2010 recibió el Premio Podestá en reconocimiento a su trayectoria. Acompañamos en este momento a sus familiares, amistades y colegas”.
Un legado que trasciende
José Andrada no fue un actor de primeras planas, pero su presencia constante y su talento versátil lo convirtieron en un referente silencioso del espectáculo argentino. Su legado vive en cada escena, en cada recuerdo y, sobre todo, en la complicidad de un gesto o una frase que se volvió eterna.
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