Héctor Benjamín Alterio Onorato, uno de los actores más grandes de la historia del cine argentino y español, falleció este sábado 13 de diciembre de 2025 en Madrid a los 96 años, rodeado de la familia que lo acompañó hasta el final. Así lo confirmó su entorno a través de un comunicado difundido por la productora Pentación Espectáculos: “Se fue en paz después de una vida larga y plena dedicada a su familia y al arte, estando activo profesionalmente hasta el día de hoy”.
Alterio no sólo fue un intérprete monumental —con más de 150 películas, obras de teatro y series a lo largo de siete décadas—, sino también un hombre profundamente ligado a sus raíces. Nacido en Buenos Aires en 1929, fue pionero del teatro independiente argentino y se consolidó como figura clave del cine nacional e internacional tras éxitos como La historia oficial —primer filme latinoamericano en ganar un Óscar—, El hijo de la novia y La tregua.
Un actor con sangre (y pasión) de barrio
Más allá de su trayectoria artística, Alterio era conocido por su pasión futbolística, que lo acompañó desde la infancia. Hincha ferviente de Chacarita Juniors, el Funebrero de sus amores, mantenía vivo ese cariño incluso desde su exilio en España. Su identificación con el club porteño no era anecdótica: su tío paterno, conocido como Pibona, fue arquero histórico de Chacarita y protagonista de una de las anécdotas más recordadas del club al convertirse en uno de los primeros arqueros en convertir un gol en el fútbol profesional argentino. Esa filiación futbolera marcó al propio Alterio, que nunca ocultó su orgullo por aquellos colores y su barrio.
Aunque la vida lo llevó a radicarse en España desde 1975, cuando amenazas de la Triple A lo forzaron al exilio, su corazón siempre estuvo con esa camiseta y esa tribuna de chiquito que lo formó. Incluso al volver a Argentina décadas después fue recibido con el mismo afecto que despertaba su nombre en el cine: como un hijo del barrio que nunca olvidó de dónde venía.
De Buenos Aires a Madrid, con aplausos en ambos lados del Atlántico
En España, Alterio no sólo se consolidó como uno de los intérpretes más respetados del cine y el teatro, sino que también fue homenajeado con el Goya de Honor en 2004, entregado por sus propios hijos, los actores Malena y Ernesto Alterio. Su vida artística se siguió extendiendo hasta los últimos años con proyectos teatrales y memorables actuaciones que lo mantuvieron en el corazón del público.
La noticia de su muerte generó una oleada de homenajes en ambos países. Desde figuras del espectáculo hasta autoridades culturales, todos destacaron no solo su talento, sino su calidez humana, su sentido del humor y esa manera tan propia de hablar de la vida como si fuera una charla de café.
Alterio deja un legado que trasciende la pantalla y el escenario: el de un hombre apasionado por su arte como por un buen partido de fútbol, un símbolo de identidad cultural para varias generaciones en Argentina y España. Su ausencia deja un vacío profundo, pero también muestras de gratitud por una vida vivida con intensidad, talento y corazón.

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